Agar

«Cuando Dios oyó al niño sollozar, el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: “¿Qué te pasa, Agar? No temas, pues Dios ha escuchado los sollozos del niño. Levántate y tómalo de la mano, que yo haré de él una gran nación”.

La historia de Agar es de mis favoritas de la biblia, porque siempre la he visto como la promesa de que por más apretada que esté una situación, siempre emanará de donde menos esperamos una fuente, que nos saciará la sed, nos reconfortará y nos dará la esperanza de poder seguir el camino. No importa como nos hayamos comportado en el pasado, no importa el porqué fuimos expulsados, si de corazón clamamos a la divinidad, nuestras oraciones llegarán. Pero más que todo creer en el camino que se nos presenta, a veces pensamos que es el más difícil, que la cosa no las pusieron duras, pero al ir entrando a ese desierto que nos tocó, nos damos cuenta que lucharemos hasta el final, que con las fuerzas que encontremos saldremos adelante y cuando ya pensamos que la arena, el sol y las inclemencias nos ganaran, allí ocurre el milagro. Aunque enfrentemos situaciones difíciles, recordemos esta historia, de como una mujer salió al desierto con su hijo en brazos, sin saber donde iba, con alimentos quizás para unos días, algunos quizás la juzgaron, pero ese no es nuestro rol, con que nos juzguemos a nosotros es suficiente, si nos autocuestionamos no nos dará tiempo a juzgar a otros, cada uno tenemos cosas que mejorar. De las historias solo tomamos los aprendizajes y el milagro que ocurrió en Agar, es el mismo que tendremos, cuando confiamos en la divinidad, cuando entendamos que por más desiertos que pasemos, siempre encontraremos un oasis, no desesperes, solo confía. 

"En ese momento Dios le abrió a Agar los ojos, y ella vio un pozo de agua. En seguida fue a llenar el odre y le dio de beber al niño» Génesis 21:17-19.

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